Dentro
de los Trastornos
por Déficit de Atención con Hiperactividad
que
es un
trastorno específico que afecta sobre todo a los niños, que aparece
antes de los cuatro años y prolonga sus manifestaciones a lo largo
de la niñez, prolongándose en ocasiones (sobre todo cuando coexiste
con otras circunstancias discapacitantes, como la DM) nos
podemos encontrar:
DÉFICIT
ATENCIONAL
Incapacidad
persistente para el control voluntario de la atención, impidiendo al
sujeto centrarse en una configuración estimular dada. Este es un
buen criterio diagnóstico, sobre todo a partir de los 6 años y
durante la adolescencia, pero poco apropiado antes de esa edad.
La
características de este trastorno son las siguiente. A menudo :
No
presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por
descuido en las tareas escolares o en otras actividades.
Tienen
dificultades para mantener la atención en tareas o actividades
lúdicas.
Parece
no escuchar cuando se le habla directamente.
No
sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos u
obligaciones en el centro de trabajo.
Tiene
dificultades para organizar tareas y actividades.
Evita,
le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que
requieren un esfuerzo mental sostenido.
Extravía
objetos necesarios para tareas o actividades.
Se
distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
Es
descuidado en las actividades diarias.
ACTIVIDAD
MOTRIZ EXCESIVA
Consiste
en una actividad corporal excesiva y desorganizada que se desarrolla
sin una intencionalidad específica. La hiperactividad, constituye el
síntoma más llamativo del TDAH durante la niñez, si bien tiende a
remitir notablemente con el transcurso de los años.
Las
características de este trastorno son las siguientes. A menudo:
Mueve
en exceso manos y pies, o se remueve en su asiento.
Abandona
su asiento en la clase o en otras situaciones que se espera que
permanezca sentado.
Corre
o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo.
Tiene
dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de
ocio.
“Está
en marcha” o suele actuar como si tuviera un motor.
Habla
en exceso.
Precipita
respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
Tiene
dificultades para guardar turno.
Interrumpe
o se inmiscuye en las actividades de otros.
LA
IMPULSIVIDAD
Consiste
en un déficit en el establecimiento de un autocontrol voluntario,
que trae como consecuencia un comportamiento sin inhibición.
SÍNTOMAS
SECUNDARIOS
Baja
autoestima.
Baja
tolerancia a la frustración.
Labilidad
emocional.
Temperamento
irascible.
Fracaso
escolar.
Negativismo
desafiante.
Trastornos
de conducta (tics, trastornos en la conducta alimentaria...)
Enuresis
o encopresis funcional.
Según
el contexto dónde el niño/a se encuentra tendrá una serie de
comportamientos que detallaremos a continuación:
Falta
de persistencia en las tareas, poco cuidadoso con las cosas y tareas,
impulsivo y muy desorganizado, habla cuando no debe, rompe las normas
del aula, molesta a sus compañeros, incapacidad para permanecer
sentado, etc.
Salta
de una actividad a otra, incapacidad para seguir instrucciones,
olvidadizo, se entromete en las actividades de sus hermanos, propenso
a los accidentes, regañado continuamente, rompe cosas, ruidoso,
inquieto etc.
Choca
en los juegos reglados, realiza actividades peligrosas, poco
cuidadoso con las cosas de los demás, prefiere los juegos de alta
actividad, habla a menudo, rápido y con poca coherencia, etc.
En
los Trastornos
por Conductas Perturbadoras
se constituyen alteraciones comportamentales en donde en rasgo
central es el choque entre el individuo y su entorno social, dándose
en ellos dos circunstancias:
El
individuo presenta un déficit en la adquisición de ciertos
comportamientos necesarios para una adecuada interacción personal
en su contexto y edad.
Ese
mismo individuo presenta pautas de comportamiento sistemáticas de
violación de algunas normas elementales que regulan el intercambio
social.
Este
tipo de trastornos tiene dos formas habituales de presentarse, las
cuales son, el negativismo desafiante y trastorno de conducta
disocial.
En
primer lugar, haremos referencia al negativismo desafiante. Este
tipo de trastorno presenta una serie de síntomas primarios,
síntomas asociados y síntomas secundarios, por lo que tenemos que
tener en cuenta a la hora de diagnosticar todo los tipos de síntomas
y no sólo centrarnos en los síntomas primarios.
A
continuación daremos una explicación de los diferentes síntomas
que pueden aparecer en un niño que sufra el negativismo desafiante.
Los
síntomas primarios pueden ser, el negativismo (el niño
mostrará negación ante cualquier norma, independientemente
de cómo sea la misma); la hostilidad (el niño lleva a cabo la
negación de la norma de manera hostil, es decir, de un modo
agresivo, violento e irascible); el desafío (el niño desafiará
a la persona que le está diciendo o explicando la norma).
Además, se debe resaltar que estos niños no llegan a violar los
derechos de los otros.
Por
otro lado, los síntomas asociados pueden ser, la frecuente
irascibilidad, las discusiones y regaños frecuentes, las reacciones
airadas, el resentimiento hacia los demás, el desafío activo de las
normas que regulan la convivencia (en especial, frente a los
adultos), además estos niños tienen una tendencia de molestar a los
demás de manera consciente y provocativa y el rechazo a la propia
responsabilidad (se culpa siempre a otros).
Además,
como ya dijimos anteriormente también se caracteriza el negativismo
desafiante por una serie de síntomas secundarios, los cuales
pueden ser, la baja autoestima, estos niños tienen una mínima
tolerancia la frustración, presentando reacciones coléricas ante
ésta, además también presentan una gran labilidad emocional.
Además, cuando estos niños llegan a la adolescencia, es frecuente
que se de en ellos el consumo abusivo de sustancias psicoactivas.
Para
este trastorno existen una serie de criterios de diagnóstico,
establecidos por el DSM-IV-TR, 2002, los cuales explicaremos a
continuación. Pero antes de centrarnos en los criterios nos gustaría
aclarar que el negativismo desafiante suele comenzar a manifestarse
en el hogar, en las relaciones con los padres y hermanos, aunque
seguidamente se extiende a las relaciones que el niño tiene con las
figuras de autoridad. Se debe aclarar que este trastorno aparece
entre los 8 y 12 años de edad. Volviendo a retomar los criterios de
diagnóstico, debemos de decir que existen 4 criterios, los cuales
son los siguientes:
El
niño debe presentar un comportamiento negativista, hostil y
desafiante durante al menos 6 meses, presentando, a menudo, al menos
cuatro o más de los siguientes comportamientos:
Se
encoleriza.
Discute
con los adultos.
Desafía
activamente o rechaza las peticiones o reglas de los adultos.
Hace
deliberadamente cosas que molestan a los demás.
Acusa
o reprocha a los demás de sus propios errores.
Es
susceptible y se molesta fácilmente con los demás.
Está
colérico y resentido.
Es
rencoroso y vengativo.
El
trastorno provoca deterioro significativo en la actividad social y
académica.
Los
trastornos no aparecen como consecuencia de un estado psicótico ni
de un estado de ánimo.
No
se cumplen los criterios del trastorno disocial
Para
concluir con este trastorno, se debe de resaltar que pueden existir
distintos tipos de gravedad dentro del mismo, y esto se deberá a la
gravedad de los síntomas que el niño presente.
En
segundo lugar, haremos referencia al trastorno de conducta disocial.
Este trastorno se podría entender como un patrón de conducta
persistente, dicha conducta lleva consigo la violación de los
derechos básicos de los demás y la violación de las normas
sociales. Además se debe resaltar que dicho trastorno afecta de
manera muy severa al desarrollo social del individuo. También es
interesante aclarar que este trastorno puede adoptar dos formas,
trastorno de conducta disocial de tipo agresivo solitario y
trastorno de conducta disocial de tipo grupal.
Como
el trastorno negativista, explicado anteriormente, el trastorno
disocial presenta una serie de síntomas, que pueden ser primarios o
asociados.
El
propio sujeto provoca el conflicto e inicia la agresión contra su
oponente.
Muestra
crueldad física y psicológica hacía personas y animales.
A
menudo, destruye deliberadamente las propiedades de los demás.
Implicación
en actos delictivos.
Violencia
física gratuita sobre los agredidos.
Son
frecuentes la cleptomanía, las mentiras y trampas en juegos, la
conflictividad en la escuela, los «novillos» y las escapadas del
hogar.
Temprano
y abusivo consumo de sustancias psicoactivas (tabaco, alcohol,
cannabis, anfetaminas...).
Sentimiento
de culpa y el arrepentimiento son escasos.
Baja
autoestima.
Auto
concepto deteriorado.
Alto
índice de fracaso académico.
Ansiedad
excesiva
Muy
baja tolerancia a la frustración.
Para
terminar con el trastorno disocial, nos gustaría aclarar que el
DSM-IV-TR establece 4 criterios de diagnóstico, los cuales son los
siguientes: 1) Agresión a personas y animales. 2) Destrucción de la
propiedad. 3) Fraudulencia o robo. 4) Violaciones graves de normas.
Para que un niño padezca el trastorno disocial debe de presentar al
menos 3 de estos criterios a lo largo de los últimos 12 meses. Pero,
además en los últimos 6 meses (dentro de esos 12 meses) debe darse
en el comportamiento del niño una característica de cada criterio.
Como
conclusión y para terminar con este apartado, creemos que es
importante aclarar que la principal característica existente entre
ambos trastornos es que, en el trastorno negativista no se violan los
derechos de los demás y en el trastorno disocial si se violan los
derechos del resto de las personas.